Las ciudades inteligentes pueden influir en el cambio de propiedad de los vehículos al fomentar el uso compartido, la movilidad sostenible y la integración de tecnologías como vehículos autónomos y servicios de transporte bajo demanda. Esto puede reducir la necesidad de poseer un vehículo personal y promover un enfoque más eficiente y sostenible para la movilidad.
En el mercado realizan existen distintas dudas, entre ellas la más resaltante es: ¿Podrían los servicios de movilidad, los nuevos modelos de negocio y la economía colaborativa significar el fin del coche privado?
Las ciudades inteligentes están llegando y traen consigo nuevos enfoques de la movilidad urbana. La proliferación de servicios de movilidad conectada, combinada con el aumento de la conducción altamente automatizada y la economía colaborativa, plantean interrogantes sobre las perspectivas de la propiedad de vehículos privados.
Si a esto le sumamos una fuerte inversión en transporte público, podríamos estar ante el fin del modelo de propiedad por completo.
Espectro de predicciones
La disrupción del transporte como servicio (TaaS) podría resultar profunda. El grupo de expertos RethinkX predice que los usuarios de vehículos se alejarán por completo del modelo de propiedad tradicional, en cambio, accederán a los vehículos cuando sea necesario.
La disrupción de TaaS pondrá fin al propio modelo de propiedad de los vehículos. Las ventas de automóviles nuevos y la flota existente de vehículos con motor de combustión interna y eléctricos (240 millones de vehículos en EE. UU.) se verán desplazadas a medida que los propietarios de automóviles vendan o abandonen sus vehículos y utilicen TaaS.
Existe una clara tendencia hacia un mayor uso de la movilidad compartida, pero se pregunta si alguna vez alcanzará el 100%. Con toda adopción de tecnología hay capas de desarrollo, el impulso de las ciudades hoy en día apunta en gran medida a alejar a las personas de la propiedad personal.
La adopción de servicios compartidos y la eventual llegada de vehículos automatizados cambia todo el patrón de cómo pensamos sobre la propiedad de vehículos en la ciudad. Múltiples tendencias nos están moviendo en esa dirección.
La propiedad de un vehículo es cada vez menos importante para las generaciones más jóvenes de clientes, y están entrando en el mercado nuevos competidores que ya han superado en parte a los OEM establecidos en cuanto a valoraciones de mercado.
Se cree que siempre habrá algún papel para la propiedad personal, incluso en el largo plazo, aunque se añade la advertencia de que las estructuras de propiedad y los diseños de los vehículos cambiarán dramáticamente. De hecho, los analistas visualizan un futuro en el que las flotas de movilidad bajo demanda totalmente automatizadas constituyan una parte importante del parque automovilístico, mientras que la propiedad de vehículos proporcione experiencias de viaje más personalizadas.
Variaciones regionales
Si bien las opiniones varían sobre las perspectivas específicas de la propiedad de los vehículos personales, la mayoría está de acuerdo en que los centros urbanos marcarán el camino. En las ciudades de alta densidad, donde los gobiernos incentivan fuertemente las soluciones de movilidad compartida para reducir los niveles de emisiones y congestión complementando el transporte público, se puede pensar en zonas libres de vehículos privados en el futuro cercano.
En las zonas rurales, los vehículos de propiedad privada seguirán siendo la forma predominante durante más tiempo. La tecnología de vehículos autónomos y los vehículos especialmente diseñados cambiarán las reglas del juego, eliminando los puntos débiles de los clientes, como la falta de conveniencia para agrupar soluciones, y haciendo que los casos de negocios sean rentables incluso para áreas de menor densidad.
Las variaciones regionales en los mercados del mundo deberían seguir siendo significativas. Ya que existen enfoques muy diferentes de la cultura del automóvil. Vemos que las ciudades europeas se trasladan allí más rápidamente que algunas ciudades estadounidenses o países en desarrollo. Parte del desarrollo dependerá de las ambiciones y deseos de la sociedad con respecto a la propiedad de vehículos.
Implicaciones de infraestructura
A medida que los patrones de uso de vehículos se transformen, también lo hará la infraestructura. En la mayoría de los casos, se actualizará o incluso se eliminará. El mercado sugiere que en las ciudades inteligentes del futuro, se podrían mover secciones transversales de las calles, ampliar los carriles de transporte público y de viajes compartidos, además de convertir los garajes en residencias privadas o espacios de oficinas. Incluso los simples bancos urbanos podrían revolucionarse.
Muchos observadores anticipan más espacio en los centros de las ciudades a medida que circulan menos vehículos y se requiere menos estacionamiento.
Las carreteras deberán incorporarse a una planificación urbana más amplia. Si está remodelando una estación de tren y espera que se utilicen módulos de vehículos autónomos para el viaje de última milla hacia el centro de la ciudad.
La visión del futuro es fascinante y, sobre todo, ya se materializa frente a nuestros ojos. Se trata de un verdadero viraje en la manera en que nos movemos de un lado a otro. El escenario antes descrito se ubica al borde de la ciencia ficción con la realidad.
Las ciudades inteligentes y el cambio de propiedad de los vehículos: algo que va más allá de la utopía
El futuro que se plantea sobre la movilidad urbana es el de un transporte conectado, eficiente y barato, una visión esperanzadora y optimista pero no se conseguirá una transformación real de la movilidad si no se integran todas las soluciones dentro del transporte colectivo, de forma accesible para todas las personas y con costes asumibles para la mayoría.
Sin embargo, queda trabajo por hacer para mejorar la percepción que las personas tenemos sobre estas nuevas tecnologías, como en el caso de la conducción autónoma, algo que sigue generando desconfianza. Nos queda, en definitiva, un trabajo de convicción social a través de la innovación y el aporte de soluciones reales que sigan poniendo en el centro a las personas.
De este modo la transición hacia la movilidad sostenible se verá como un avance y no como una imposición. Más que una utopía, la movilidad sostenible es y será un hecho, un elemento imprescindible para tener ciudades inteligentes, además del cambio de propiedad de los vehículos.